lunes, 27 de diciembre de 2010

Entrevista al Dr. Gabriel Pombo: Jack el destripador. La Leyenda continua. Parte II.-


5) Sabemos que usted es uno de los pocos que ha escrito sobre el Ripper en habla hispana y el único que ha editado libros sobre este tema en toda Latinoamérica ¿Qué opina de la llamada “Ripperologia” como actividad de estudio tendiente a descubrir al asesino? ¿Piensa que en alguna ocasion se podrá dilucidar mediante el ejercicio de esa actividad la verdadera identidad de Jack el destripador?

6) Su primer libro fue reconocido mundialmente por los medios internacionales especializados en el tema, como lo son Casebook Jack the Ripper, y la revista "Ripperologist". Con la aparición de “Jack el destripador. La leyenda continua” ¿Cómo cree que será recibida esta nueva contribución suya al caso?

7) En la portada de “Jack el destripador. La leyenda continua” aparecen varias ilustraciones de la época y quizás la carta mas famosa atribuida a la mano del asesino ¿Cuanto incidió la prensa sobre el imaginario colectivo de la población en la configuración de la leyenda? ¿Cuánto hay de autenticidad en aquella famosa carta?

8) De haber formado parte de Scotland Yard en aquella época ¿Hacia donde hubiera apuntado las investigaciones, en que detalles hubiera hecho hincapié para develar la identidad del asesino?


Sobre tu quinto interrogante acerca de que opino de la "ripperología", y si esta actividad podría algún día revelar la identidad de Jack el Destripador, te diré que considero una enorme suerte que existan en Inglaterra y Estados Unidos publicaciones especializadas como "Ripperologist", "Ripper Nottes" y otras similares, así como sitios web del calibre del "Casebook Jack the Ripper". En los paises latinos nadie puede vivir de estudiar los hechos del Destripador y la era victoriana, pero en los paises anglosajones eso sí resulta posible. Se trata de una actividad muy rentable donde se respeta mucho a peritos como Paul Begg (Director de Ripperologist y responsable de obras como Jack the Ripper, The definitive History), Trevor Marriott (autor de Jack the Ripper. The 21ts century investigación) o Colin Wilson (autor de Jack el Destripador. Recapitulación y veredicto), por sólo citar a algunos de estos estudiosos. En cuanto a la posibilidad de develar la identidad del Ripper, aunque parece casi imposible lograrlo al haber transcurrido más de ciento veinte años desde los hechos, si alguien algún día reuniese prueba válida e irrefutable (necesariamente documental) sólo podría serlo un ripperólogo o un equipo de expertos en esta materia.En cuanto a tu siguiente pregunta, te agradezco el comentario de que mi modesto libro "El monstruo de Londres" resultó reconocido mundialmente. No fue así claro está, pero igual me aportó grandes satisfacciones escribir, publicar y difundir por Internet esa obra. Es cierto, en cambio, que tuve el honor de que me realizaran una nota en el sitio web "Casebook Jack the Ripper". Pero más que nada lo hicieron resaltando la rareza de que un latino tuviera la quijotada de escribir un libro acerca de este asunto tan británico.La verdad es que quien realizó el artículo no sabía español, y se limitó a hacer una crítica muy general de mi libro. Pero a partir de esa edición el codirector de la revista Ripperologist, el Dr. Eduardo Zinna (argentino radicado en Inglaterra desde hace muchos años) se interesó y me escribió pidiéndome un ejemplar, que le envié de inmediato. Fue un gran suerte para mi, y este experto me hizo el honor de redactar dos artículos elogiosos sobre mi humilde labor, en las publicaciones de noviembre y diciembre de 2008 de Ripperologist. Hasta donde sé "El monstruo de Londres" representa el único libro escrito por un latino al cual se le dedicaron comentarios en medios británicos. Al día de hoy mantengo contacto vía Internet con el Dr. Eduardo Zinna, quien me remite mes a mes cada ejemplar de su revista, y cuyas amables observaciones y consejos me son de sumo provecho. Espero que mi segundo trabajo sobre Jack the Ripper no defraude a estos especialistas.Con respecto a las ilustraciones de la portada de "Jack el Destripador. La leyenda continúa", se trata de viñetas extraídas de revistas y periódicos contemporáneos a los desmanes del East End de Londres. La carta que mencionas es una copia de la tristemente célebre misiva que se conoce gracias a su encabezado "Desde el Infierno" ("From Hell"), y que le fue remitida a George Akin Lusk, Presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel, el 16 de octubre de 1888 junto con una caja de cartón que contenía un trozo de riñón humano. Precisamente esta carta conforma, según el parecer más aceptado, una de las pocas o la única que cuenta con posibilidades ciertas de haber sido confeccionada por el auténtico criminal (y no por bromistas o por periodistas)En cuanto a que hubiera hecho yo, si formase parte de Scotland Yard en aquella época, para capturar al Destripador, te agradezco la pregunta porque hace volar mi imaginación de manera muy agradable. Metiéndome en la piel de un investigador de aquél entonces, y suponiendo que tuviese poder de decisión y de mando sobre subordinados, yo hubiese insistido en perseguir sospechosos con el perfil de Carl Feigenbaum o de James Kelly. Te destaco que, por ejemplo, en el caso de James Kelly (el asesino fugado del asilo y prófugo por casi cuarenta años) al día siguiente del horrible asesinato de su homónima Mary Jane Kelly, o sea, el 10 de noviembre de 1888, la policía lo fue a buscar a su casa (se había evadido en enero de ese mismo año) y como no lo encontraron abandonaron su búsqueda y no volvieron a insistir. Esta actitud (haya sido o no ese hombre el culpable) fue derrotista, y se trató de la clase de comportamiento policial negligente que llevó al fracaso el desenmascaramiento y aprehensión del criminal. En vez de desperdigar esfuerzos yo hubiera concentrado mis energías y las de mis subalternos en localizar a un sujeto como James Kelly. Habría interrogado testigos, conocidos, y vecinos. Hubiese seguido toda pista que condujera a él hasta que lo habría al fin ubicado. Luego habría revisado sus efectos personales para dar con armas como las usadas en los homicidios, habría hecho chequear sus ropas, lo hubiese careado con testigos, y finalmente lo sometería a un estrecho interrogatorio. No hacía falta disponer de técnicas modernas para acreditar la culpabilidad del homicida una vez que se reunían pruebas clásicas en su contra, y (sobre todo) que se le echaba el guante. Scotland Yard demostró en otros casos criminales ser muy eficaz cuando tenía en sus manos a un sospechoso. El fallo estuvo a la hora de detener físicamente a un sospechoso verdaderamente plausible. El fracaso en esta fase previa fue lo que condenó a la derrota a las investigaciones policiales de aquel entonces.



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